Guns N' Roses en Barcelona: mitología hard

Barcelona. El Estadi Olímpic Lluís Companys se prepara para recibir una vez más a una de las bandas más icónicas del rock: Guns N' Roses. Siete años después de su última visita y con una gira bautizada irónicamente "Because what you want & what you get are two completely different things" ("Porque lo que quieres y lo que consigues son dos cosas completamente distintas"), la banda californiana volvió a pisar suelo español para su única parada en el país. Lo que se vivió esa noche fue un testimonio de su legado, un torbellino de rock, épica y, para algunos, una inevitable colisión con el paso del tiempo.
La leyenda de Guns N' Roses
Pocas bandas han definido el hard rock con la intensidad y el impacto de Guns N' Roses. Surgidos a finales de los 80 y principios de los 90 (1987-1993), se convirtieron en un fenómeno global, dominando el panorama musical y encarnando una "rebeldía hedonista" con ecos del punk transgresor y la actitud de The Rolling Stones y Sex Pistols. Su álbum debut, Appetite for Destruction (1987), vendió más de 35 millones de copias y catapultó a canciones como "Sweet Child o' Mine" al número uno.
La huella de Guns N' Roses trasciende generaciones. Son la primera banda en superar los mil millones de reproducciones en plataformas de streaming con canciones de distintas épocas: "November Rain" en 2018 y "Sweet Child o' Mine" en 2019. Con más de 150 millones de álbumes vendidos en todo el mundo, su influencia es innegable.
Una noche de rock y contradicciones
La noche del concierto, el Estadi Olímpic Lluís Companys se llenó de camisetas con el logo de la banda, anticipando un reencuentro con la leyenda. La formación actual, con cuatro miembros históricos (Axl Rose, Slash, Duff McKagan y Dizzy Reed), junto a Richard Fortus, Frank Ferrer y Melissa Reese, prometía un recorrido por los clásicos que forjaron su mito. Como teloneros, los californianos Rival Sons calentaron el ambiente con su propuesta de hard rock.
El concierto, que inauguró la temporada de grandes eventos en el Estadi Olímpic, fue, como se esperaba, desmesurado: tres horas de rock sin concesiones. El setlist, aunque con pocas variaciones respecto a su última visita en 2018, estuvo salpicado de himnos como "Welcome to the Jungle", "Mr. Brownstone" y "Sweet Child o' Mine", que encendieron la nostalgia del público. Sin embargo, no todo fue celebración.

Una voz perdida en el tiempo
Uno de los puntos más comentados y controvertidos fue la performance vocal de Axl Rose. Las críticas previas al concierto, que llegaron a impedir la acreditación de la prensa española por la supuesta directriz del cantante de evitar comentarios sobre su físico o voz, se hicieron palpables. Se habló de una voz que "chirriaba los oídos", que "daba pena y vergüenza ajena" en algunos momentos, especialmente en los agudos de temas como "Live and Let Die".
Axl Rose, a sus 63 años, se entregó al máximo, corriendo por el escenario y forzando la garganta. No obstante, la realidad se impuso: la voz no es la de hace 40 años. Esta insistencia en alcanzar tonos que ya no le pertenecen generó momentos de tensión y un "final anticlimático" que, para algunos, dejó al público con una sensación de agotamiento más que de euforia desbordante. El debate, planteado por la propia banda, se centró en si la maestría musical debe ceder ante el paso del tiempo o si la autenticidad radica en la adaptación.
El héroe silencioso
En medio de las críticas a la voz de Axl, la figura de Slash emergió como el gran triunfador de la noche. Sus solos, épicos y virtuosistas, fueron el salvavidas de muchos temas, demostrando que su maestría con la guitarra sigue intacta. Canciones como "Double Talkin' Jive" con su vertiginoso solo, o los diálogos de guitarra con Richard Fortus, recordaron por qué es uno de los guitarristas más reverenciados del rock. Incluso en sus momentos de "ego trip", su destreza eclipsó las debilidades vocales de su compañero, dejando a muchos con el anhelo de un concierto puramente instrumental o con otro vocalista. La sección rítmica, con Duff McKagan al bajo y el nuevo batería Isaac Carpenter, también fue elogiada por su solidez y capacidad de mantener la tensión en el repertorio más relevante.

La experiencia Guns N' Roses
El concierto fue un despliegue de desmesura épica, una marca registrada de Guns N' Roses. Tres horas de música que, aunque lograron mantener al público en vilo en muchos momentos, también generaron una sensación de sobredosis en otros. La inclusión de versiones como "Wichita Lineman" de Jimmy Webb, aunque magistralmente interpretada, se sintió fuera de lugar en la vorágine de hard rock.
La falta de acreditación a la prensa, una medida inusual y controvertida, puso de manifiesto la reticencia de la banda a enfrentar el escrutinio. En la era de las redes sociales y los móviles, intentar silenciar las críticas es una batalla perdida de antemano. Como bien ironiza el título de su gira, lo que se desea y lo que se obtiene pueden ser dos cosas completamente distintas.
A pesar de las luces y sombras, Guns N' Roses volvió a demostrar por qué son una leyenda. Su capacidad de movilizar a decenas de miles de personas, la inquebrantable entrega de Slash y la solidez de la base rítmica, son testimonio de un legado que sigue vivo. El público barcelonés, fiel y entusiasta, supo estar a la altura, ovacionando y coreando los himnos que han marcado a varias generaciones.
Barcelona, capital musical de 2025
El concierto de Guns N' Roses fue solo el inicio de una temporada vibrante en la Anella Olímpica de Barcelona. El Estadi Olímpic Lluís Companys será testigo de actuaciones de artistas de la talla de Imagine Dragons, Bad Bunny, Post Malone, Blackpink, Imagine Dragons, Lola Indigo y Aitana. El Palau Sant Jordi y el Sant Jordi Club también acogerán a figuras internacionales como Lady Gaga, Tom Odell, Billie Eilish y Damiano David, junto a talentos nacionales como Ojete Calor, David Bisbal, Loquillo, Pablo López, Quevedo, Fito y Fitipaldis, Mora, Joaquín Sabina, Bunbury y Joaquín Sabina. Con más de 70 artistas y una previsión de 740.000 asistentes, Barcelona se consolida como un referente ineludible en el circuito musical europeo.

Redacción: Ethan López