Tamino hechiza Madrid: intimidad, pulso y belleza infinita en La Riviera

Sin estridencias ni artificios. Tamino convirtió La Riviera en un refugio de calma donde la emoción mandó desde el primer minuto. Arropado por su banda y con el oud colgando del cuello, el belga de ascendencia egipcia ofreció un concierto íntimo, envolvente y muy participativo, con la sala al 75% de aforo y un público diverso —jóvenes y adultos— dispuesto a dejarse llevar.
Apertura: Sam de Nef marca el tono
El telonero Sam de Nef abrió la noche con un set de aire introspectivo que fijó la pauta: canciones de trazo fino, tensión contenida y atención en la sala. Desde ahí, el tránsito hacia Tamino fue natural; la velada ya pedía ojos cerrados y respiración lenta.
Escena y sonido: mínima forma, máximo impacto
Producción básica pero potente: luces indirectas en claroscuros, misterio controlado, todo al servicio de la voz. La Riviera —habitualmente irregular— respondió con mezcla limpia y equilibrada: la voz al frente, instrumentos respirando a su alrededor. A ratos, la sonoridad del chelo llenó el espacio con una calidez que encajó con el templo de penumbra levantado por el diseño de iluminación.

El concierto: un vaivén entre rito y susurro
Tamino alternó oud, guitarra eléctrica y acústica, modulando la intensidad entre momentos muy íntimos y pasajes colectivos junto a la banda. Hubo trances sostenidos y clímax medidos; cuando el fraseo subía, la sala subía con él.
Setlist
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My Heroine
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Raven
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Willow
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The Flame
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Persephone
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Sanctuary
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Every Dawn's a Mountain
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Elegy
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Sleep Talking
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Sanpaku
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Indigo Night
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Babylon
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Dissolve
Bis -
Amsterdam
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Habibi
Momentos clave
My Heroine: arpegios iniciales y el chelo envolviendo la sala; el tiempo, en suspenso.
Persephone y Sanctuary: respiración honda, banda entrando y saliendo con precisión.
Indigo Night: primera gran ovación, coreada de principio a fin.
Habibi: cierre magnético; introducción de chelo estremecedora y comunión total.
Entre temas, Tamino habló poco pero cercano, incluso en español básico, arrancando sonrisas y aplausos.
Público y atmósfera
Audiencia tranquila y atenta, con coros y palmas cuando tocaba y silencios respetuosos en los pasajes delicados. También se coló alguna conversación a destiempo —inevitable en una sala grande—, recordatorio de que su directo exige concentración para desplegar toda su fuerza.
Lenguaje y raíces
El proyecto vive en la intersección de folk melancólico, rock de calado y raíces árabes. La voz —amplia, profunda, de tres octavas— es el eje; el oud y la arquitectura rítmica aportan esa pátina de desierto y marejada. En directo, la emoción del estudio se multiplica.
Producción musical: luces y sombras
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A favor: sonido nivelado, voz nítida, chelo y teclas con espacio; iluminación que pinta la música sin imponerse.
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Para afinar: reducir el ruido de fondo en zonas puntuales para preservar el silencio como bien preciado.

No fue un show de fuegos artificiales; fue sutileza sostenida. Un concierto para cerrar los ojos y dejarse llevar. Si buscas intensidad sin estrépito, Tamino en directo es cita obligada. Y Madrid, una vez más, salió del río con la sensación de haber tocado algo sereno y verdadero.
Redacción: Arthur Leonardo
Fotografía: Dara Chriss
Acreditación: Live Nation Spain
